Cuento de Elba Contreras Guzmán




El fin             

Todos comentaban en secreto; decían que había llegado el momento y yo era el único que se negaba a admitirlo. No comprendía qué era aquello que yo debía saber y por qué se referían a que este era el principio del fin. Sin embargo, y sin proponérmelo, inicié la caminata; primero por el sendero iluminado por el sol de la tarde que ya conocía y luego, solitario, por el largo y oscuro túnel que me conduciría hasta la profundidad. Al ingresar al socavón, detrás de mí, se coló el viento y el frio que helaron el recinto; entonces, creí percibir mis débiles y agitados latidos cardíacos que se negaban a desaparecer.

El agua del interior resbalaba por las estalactitas que colgaban desde la altura, amenazándome con sus puntas filudas; y entre ellas se infiltraba una tenue claridad que alumbraba un altar rocoso, en cuya superficie reposaba una urna de ébano.

De improviso una explosión rompió el silencio, y de la urna emergió una oruga gigante, semiplegada, de vistosos colores, semejante a un gusano de cuyo cuerpo brotan pequeños tentáculos. Al extenderse y llegar arriba, se ríe, haciendo morisquetas con su cara pintada como payaso y de ahí en adelante, me distraigo con sus movimientos ondulantes, en que elonga y recoge su figura como si estuviese bailando. Es una alegre despedida que, finalmente me tranquiliza, pero poco a poco, la tibieza de mi cuerpo comienza a abandonarme y el frío me obliga a reanudar mi camino. La oruga hurga en mi mirada, vuelve a la urna y, antes de cubrirse, gesticula con su cabeza y me señala, con sus tentáculos, en dirección hacia la parte de atrás del altar. Obedezco como autómata y descubro una fosa honda y aún vacía, en un lugar inhóspito en que no hay luz, ni altar ni oruga; solo una urna, intuyo que este es el fin.         

                                             

Elba Contreras Guzmán

Nací en el puerto de San Antonio. A los 18 años, estudié Enfermería en la Universidad de Chile. Mi interés fue siempre orientarme hacia materias que tuviesen que ver con lo más íntimo de la persona humana; así, mi tesis de grado la realicé en Psiquiatría Infantil y, entre 1973 y 1974, recibí el título de Magíster en la especialidad de Enfermería en Salud Mental y Psiquiatría en la Universidad Católica. Trabajé el mayor tiempo como académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Ya jubilada, y en una edad de limitaciones y pérdidas, me lancé a la aventura de escribir cuentos, bien o mal he practicado este maravilloso arte donde me he permitido soñar, imaginar, crear, experimentar relatando situaciones que nacen de la ficción y de personajes que han llenado mi propia existencia, ya que no se escribe sino desde uno mismo. He publicado cuentos y algunos poemas desde 2005 a 2014 en el Círculo Literario “El Alba”, con el patrocinio de la Municipalidad de Las Condes y, desde enero de 2016 en la Antología “Reflejos”, participando en el Taller literario de cuentos “La Trastienda”, con la profesora Alejandra Basualto, y editada en julio de 2017.


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