Microcuentos de Santiago Leaño
AVISO
PUBLICITARIO
La oveja nos da carne, la lechuga, sus hojas,
las abejas, deliciosa miel. Para que todo esto suceda, primero tenemos que
masacrarlos. TOME LECHE. Único alimento obtenido de forma placentera.
TRABALENGUAS
Tanto arroz le dio a la zorra el Abad que la
pobrecita murió de escorbuto. Le pasó lo mismo que a los tres tristes tigres.
Los cereales NO son la respuesta.
ADVERTENCIA
“Ninguna parte de esta publicación puede ser
reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya
sea eléctrico, químico, mecánico, telepático, óptico, de grabación o de
fotocopia, sin previo permiso escrito del editor. Con excepción del párrafo que
está leyendo, el cual fue plagiado de otro libro y de cuyo autor no se ha sabido
nada.”
(SIN TITULO)
La niñez es un mal pasajero relacionado con
varios desórdenes motrices; el paciente se recupera rápido y normalmente no deja
secuelas irreversibles. La adolescencia es un desorden de origen metabólico,
agudo, para el que existen varios tratamientos, pero que en ciertos individuos
se suele volver crónico y mostrar sus síntomas característicos a lo largo de
toda su vida. La vejez es una enfermedad casi siempre mortal que puede empezar
hacia los veinte años o se puede morir el anciano sin haber llegado nunca a
padecerla; es altamente contagiosa, casi siempre por contacto directo y
prolongado con el enfermo. La madurez es un estado cataléptico.
EL
MICROCUENTO
El microcuento es un híbrido entre poema,
cuento y caricatura. En sí, a primera vista, no va más allá del disparate. Pero
si se analiza con profundidad, se desmenuza, se estudia a fondo el temperamento
del autor y se vislumbra el efecto que éste pueda imponer en los lectores, se
puede confirmar muy fácilmente.
BLASFEMIA
No hay religión que no se apodere de los
derechos de autor de sus respectivos dioses.
HORA PUNTA
Fuera de sí mismo por la dicha que lo
embargaba, se puso encima el resultado de décadas de investigaciones secretas:
su sábana de invisibilidad con dos agujeritos para poder ver hacia afuera. Se
miró en el espejo: nada, solo los dos agujeritos negros. Salió a la calle,
nadie notó su presencia. Entró al sistema de transporte público sin darse
cuenta de que ya eran las cinco de la tarde. Murió por compresión torácica que
le produjo disnea y falla cardiaca fulminante (lo sé porque soy un narrador
omnisciente). Solo encontraron unos pesados pies dentro de los mocasines
negros.
Santiago
Leaño nació
en Bogotá el 27 de agosto de 1963. Zootecnista de profesión, ha dedicado la
mayor parte de su vida al campo colombiano. Ha participado en algunos talleres
literarios en Colombia y en Chile, y desde 2011 asiste al taller de cuento y
editorial La Trastienda, coordinado por la escritora Alejandra Basualto.
En 2011
obtuvo el segundo lugar en el Primer Concurso Nacional de Cuento Breve,
convocado por la revista cultural colombiana “Avatares” y un cuento suyo lo
clasificó como becario para el Taller Virtual de Escritores convocado por el
Instituto Distrital de las Artes de Bogotá y la Fundación Samsara.
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